Un 1 de noviembre parece el día más adecuado para resucitar nuestro blog y que, cual muerto viviente, vuelva a echar a andar. Las circunstancias (unas cosas, otras...) han hecho que este blog haya estado momificado más de lo que nos gustaría... Pero no es momento de lamentos, sino de quitarnos las telarañas y desear que este retomar nuestro camino no sea a paso de zombi sino que en sucesivas entradas se note que está vivificado con sangre nueva y echamos a correr.
Como sangre nueva es la de nuestros recién incorporados alumnos de 1º que, en las horas previas a la noche de Halloween, se enfrentaron, valerosos, a lo que da verdadero miedo a muchos: exponerse ante un auditorio, hablar o, como fue el caso, leer en público.
No todos sino quienes un siniestro bombo hacía que su número de lista saliese elegido: alguno nos dio la impresión de que palideció al oír su nombre, ni que hubieran visto a un vampiro. Pero parecía también que los elegidos, con valentía, sabían cómo acabar con un él: toma, espantoso ser de las tinieblas, estaca bien clavada en el corazón, porque nada impedirá que lea a mis compañeros y lea bien.
¿Qué leyeron? Pues breves relatos de terror (el día lo pedía) sacados de este libro que tenemos en nuestra biblioteca Miedos de medio minuto.
En este libro puedes leer relatos como este de la escritora Margaret Atwood:
La mano que acecha
La mano subía las escaleras del sótano, arrastrándose.
Estaba marchita y sucia, y tenía unas uñas larguísimas. Se escabulló por el
oscuro pasillo. Cuando encontró una puerta cerrada, la olfateó con la yema de
los dedos, saltó cual araña, se aferró al pomo de la puerta y lo giró.
En el interior de la habitación encontró un calcetín,
luego un zapato y luego… otra mano colgando en el borde de la cama. Era una
mano joven, una mano que podría robar y llevarse consigo al sótano. El problema
era que estaba unida a un brazo. Habría que solucionarlo.
Y no es el único libro que tenemos que, además de emoción, diversión y entretenimiento, puede causarte algún escalofrío. Estos son algunos ejemplos. Están a vuestra disposición. No dejéis de leerlos: abrid su primera página como si abrierais la tapa de un ataúd, ya veréis.